
El sol estiraba sus brazos y buscaba en la tierra las palabras que el día había ocultado. Después, las guardaba entre sus dedos de fuego y las iluminaba para soltarlas, claras, en el cielo nocturno, convertidas en estrellas.
El sol estiraba sus brazos y buscaba en la tierra las palabras que el día había ocultado. Después, las guardaba entre sus dedos de fuego y las iluminaba para soltarlas, claras, en el cielo nocturno, convertidas en estrellas.