
No se atrevía a saltar. Estaba cómoda en aquella redondez que la contenía. Sin embargo, su cuerpo se evaporaba hasta convertirse en una mancha líquida, como si fuera el recuerdo de una palabra después de la tormenta, como una lágrima.
No se atrevía a saltar. Estaba cómoda en aquella redondez que la contenía. Sin embargo, su cuerpo se evaporaba hasta convertirse en una mancha líquida, como si fuera el recuerdo de una palabra después de la tormenta, como una lágrima.